Capítulo #2: Minnesota

-Estaré bien, Liv-dijo tratando de tranquilizarme –de nuevo.- pero que perdone el hecho de que me muero de nervios cuando alguien va a ser operado, y mas cuando es mi esposo.-

-Te amo, George-no sabia porque, pero sentía que tenia que decírselo y el solo me sonrió, si lo había hecho, es porque se sentía muy seguro de que saldría bien de aquella operación.-

Habíamos llegado a Minnesota con el motivo de que le extirparan el pulmón infectado, el cáncer se había esparcido, y había que atacarlo, era en Minnesota en donde se estaban haciendo estudios significativos relacionados con el cáncer, había una pequeña esperanza, era pequeña, pero esperanza al fin y al cabo.

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-¿Señora Harrison?-dijo el doctor

-Dígame-dije

-Su esposo se encuentra estable, puede pasar a verlo-dijo guiándome hasta la habitación de George.-

-¿Hola?-dije en cuanto entre a la habitación, pude ver al George que nunca me había gustado: el enfermo, estaba acostado en su cama y vi que débilmente en un susurro pronuncio mi nombre y trato de sonreírme levemente.-

-Ya estoy un poco mejor-dijo mientras me acercaba a el.-

-Que bueno-dije entrelazando mi mano con la suya.-

-Nos vamos en unos días a Suiza, ¿verdad?-me pregunto mirándome fijamente.-

-Así es, tenemos que someterte a un periodo de radioterapia-dije tristemente.-

-Liv, Gracias-me dijo

-¿Por qué me agradeces?

-Porque estas aquí conmigo, hoy, a pesar de…-no termino la oración, se a lo que se refería- de todo.

-George, yo te amo, tu mismo lo has dicho, que mi amor es para siempre ¿cierto?-dije sin poder evitar reírme por haber citado una de las canciones que me había escrito.-

-Cierto, muy cierto-dijo besando mi mano y sosteniéndola junto con la suya, para tratar de dormir y de descansar.-

Yo solo me quede contemplándolo, realmente me dolía verlo así; era tan… deprimente. Trate de estar despierta todo el tiempo posible, por si el necesitaba algo y se despertaba, pero rápidamente el sueño tomo control de mi. No había dormido para nada bien, generalmente dormía cinco horas cuando no me atacaba el insomnio. De repente ya era de mañana, la luz entro por la ventana y fue lo que hizo que me despertara, ya no sentía opresión en mi mano. Poco a poco fui abriendo mis ojos y pude ver que no había nadie en la cama de…

-¡George!-grite fuertemente.-

-¿Qué?-dijo entrando a la habitación, con una pluma y un cuaderno

-¿Qué diablos haces?-dije enojada, no era la primera vez que me hacia lo mismo.-

-Vaya, que buena manera de darme los buenos días-dijo mientras se sentaba en su cama y se sonreía burlonamente, nunca perdía ese seco sentido del humor que tenia-

-Bueno, bueno, fui al jardín un rato, y logre que una enfermera me diera esta libreta y la pluma-dijo

-¿Y porque no me dijiste? Yo pude haber ido a conseguirla, no era necesario que salieras de tu habitación, ¿no has ido que te dicen: Reposo Absoluto, Harold?-dije todavía enojada.-

-¿Harold?-río- me has recordado a mi madre, Olivia, solía llamarme así cuando llegaba oliendo a cigarrillos, y alcohol, aunque era culpa de Lennon, que solía fumar muy cerca de mí e impregnaba mi ropa con ese olor y no te dije nada porque estabas dormida, hacia semanas que no te veía dormir tan plácidamente.-

-Cigarrillos-dije entrecortadamente, esa maldita adicción al tabaco, era lo que lo había llevado hasta estos extremos, pero a él no le importaba, ni siquiera se arrepentía, supongo que era lo bueno de George, nunca se arrepentía de nada de lo que hacia o decía.-

-A la mierda con los doctores, siento que entre mas guardo reposo, mas me enfermo, necesito moverme, aunque sea en una silla de ruedas o alguien tomando mi brazo, pero necesito moverme.-

-Eres muy terco, Harrison-dije y solo río, porque sabia que lo que decía era verdad, lo conocía desde hace tanto tiempo y aunque a le no le gustase, lo conocía bien.

En tres días más partiríamos a Suiza.